El año pasado se inauguró por fin el tren que une Pekín con la capital del Tíbet, Lhasa. Dos días de ruta que nos hacen descubrir las montañas de más de 5.000 metros que rodean la gran llanura y los valles por los que circula el tren. Incluso los más atrevidos ingenieros suizos no se atrevieron con este proyecto majestuoso que el gobierno chino ha llevado a feliz término.
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