La ciudad de Bagan, aislada del mundo. Mas de 2000 templos y pagodas se esparcen por el territorio de Bagan. Los caminos de tierra unen los diversos monumentos y la vegetación surge de manera esporádica, sobretodo las palmeras de las que se extrae aceite y licores. Me encuentro frente a una de las pagodas típicas. Tienen más de mil años de antigüedad y todavía se utilizan como lugar de culto. Los birmanos se acercan con ofrendas para Buda y con pequeños papelitos de oro que pegan a la escultura o a la pagoda. El tiempo parece haberse detenido aquí. La sensación de soledad y serenidad aumenta con el silencio de la noche. Ahora no es temporada de turismo, ya que las temperaturas alcanzan los 40 grados, y los pocos viajeros que se acercan a esta maravilla tienen la ventaja de pasearse sin cruzarse con otras personas.
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