En Shangai decidí cambiar de ruta. Me habían hablado de la reserva de osos panda en la ciudad de Chengdu
y me dirigí hacia allí. Es como un cuento de hadas, donde aparecen los pandas en semilibertad jugando como niños pequeños o comiendo bambú a todas horas. Se les ve felices y el personal del centro los mima con esmero. Incluso han llegado a reproducirse en este lugar. El gobierno chino honró durante años a las diferentes delegaciones internacionales con el precioso regalo de un oso panda. Aquí es una autentica gozada poderlos contemplar casi en su hábitat natural.
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