Aquí estoy en Tailandia, un país muy religioso que está volcado en el budismo. Los monjes pasan por las mañanas, muy temprano, alrededor de las seis y media, por delante de los diversos puestos de comida que hay en la ciudad en donde la gente les ofrece arroz y legumbres. Son una imagen muy bonita, vestidos con sus túnicas color azafrán y con sus cabezas rapadas, mezclados con el gentío que se dirige al trabajo.
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