Al llegar a León me he metido en el museo de la revolución. Al entrar me he dado cuenta de que se trata solo de una sala y con fotocopias puestas en las paredes. Ya creía que iba a ser la tarde más aburrida de mi viaje cuando se me ha acercado Oscar, de 58 años de edad y antiguo guerrillero. Me ha explicado que un grupo de unos 300 excombatientes están intentando cobrar la pensión de jubilación, que asciende para algunos a 100 euros, pero que por ahora muchos sólo tienen los ingresos que les deja el museo. Y visto lo visto en el museo no parece que haya mucha gente que lo visite. Hoy he sido yo el único, pero he tenido la suerte de que me lo explique Oscar, que estuvo durante 20 años en la guerilla y que me ha puesto la piel de gallina con su sencillez y con sus ganas de paz.... Creo que ha sido uno de los mejores museos que he visto.
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