El Salvador es un pequeño país de Centroamérica 25 veces más pequeño que España. Yo no sabía casi nada antes de venir a visitarlo. Había escuchado historias del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), más conocido como "la guerrilla", y esperaba verme gente armada patrullando por las junglas y bosques salvadoreños esperando que pasaran los turistas para robarles sus pertenencias.
También había escuchado algo sobre un tal Monseñor Oscar Romero que murió por aquí.
Más bien poco sabía de la historia reciente de este país hasta que encaminé mis pasos al Hospital de la Divina Providencia de San Salvador. Allí es donde María, una monja carmelita me contó , delante de la cama donde dormía Monseñor Romero, la historia resumida de lo que sucedió y sucede por estas tierras:
Hemos tenido un gobierno que durante 20 años nos ha engañado y nos ha quitado el poco dinero que teníamos, contaba ella. Han sido años muy duros, de mentiras y miserias. Este gobierno nos ha apretado más de lo que podíamos soportar y ahora es la hora del cambio. El nuevo presidente, Mauricio Funes, del FMLN, que subirá próximamente al gobierno, nos está dando nuevas esperanzas y se nos abre un nuevo horizonte de paz. En su discurso inaugural ha dedicado su victoria a Monseñor Oscar Romero que fue asesinado en la capilla de este hospital de enfermos del cáncer en 1980. Mientras hacía su homilia. Un franco tirador, desde el exterior de la iglesia disparó una bala que acertó en el corazón. Monseñor murió al instante. Él había temido por su vida ya que había recibido varias amenazas de muerte porque se acercaba demasiado al pueblo llano y a sus problemas diarios. Era uno más del pueblo y eso no gustaba al gobierno que manejaba las redes del poder. En esos meses de 1980, la guerrilla estaba lanzando asaltos a la capital pero el hospital donde vivía Monseñor estaba bajo las tropas del gobierno, por lo que se creyó a salvo. Pero esas fuerzas del gobierno fueron las que dejaron que un francotirador terminara con la vida del sacerdote.
Monseñor Romero había recibido alguna pequeña reprimenda por parte de Juan Pablo II, que había sido infomado de la labor apostólica que el arzobispo venía realizando en El Salvador. Pero las informaciones transmitidas al papa habían sido tergiversadas y cuando Juan Pablo II visitó el Salvador, se saltó el protocolo para arrodillarse delante de la tumba del mártir del pueblo.
(1) Que el nuevo presidente en su discurso inaugural dedique su victoria a Monseñor Romero ha dado muchas esperanzas al pueblo salvadoreño que ha visto como la alianza de partidos que querían continuar en el poder, habiendo arruinado todos los ministerios y dedicando decenas de millones en la campaña electoral, han sido derrocados por un hombre, antiguo periodista que se ha puesto del lado del más débil, del lado de los que menos tienen.
Ahora tenemos que seguir las noticias que nos lleguen del Salvador para ver si esa ilusión que se respira en las calles llega a buen término.